Proporciones: El tamaño de un átomo.

En la Tierra caben muchas naranjas...

Continuando con la serie de artículos sobre propociones, en la que intentamos entender ciertos tamaños que por grandes o pequeños se nos escapan de nuestras escalas habituales, hoy vamos a tratar de comprender cómo es de pequeño un átomo.

Pero antes necesitamos saber qué es un átomo.

Cada bolita interior es un átomo

El átomo

La palabra átomo proviene de términos latinos y griegos que se crearon cuando se tenía una concepción diferente de la materia ya que, por aquél entonces, se quería referir a "lo indivisible". Es el integrante más pequeño de la materia (de todas las cosas) del que conocemos bien sus propiedades (están definidas). Eso no quiere decir que sea lo más pequeño, ya que incluso un átomo es divisible en elementos aún más pequeños (partículas subatómicas) pero de los que no conocemos bien sus propiedades químicas.
Una característica relevante y diferenciadora de lo que conocemos por átomo es que no es divisible a través de procesos químicos.

Átomos interconectados

Sea como sea, el átomo es pequeñísimo y vamos a tratar de entender a qué nos referimos cuando decimos "pequeñísimo". Para ello, a través de un ejemplo imaginario, vamos a plantear supuestos tamaños que conocemos y que guardan la misma relación. Verás:

Si nos imaginamos que un átomo tiene el tamaño de una naranja, entonces una naranja debería tener el tamaño de la Tierra.

Imágina pues la cantidad de átomos que caben (y conforman) una naranja...

A pesar de su ínfimo tamaño la energía contenida en los átomos es inmesa y tal es así que, precisamente, es la liberada en las explosiones átomicas y centrales nucleares (cuando éstos se rompen o fusionan entre sí).

Ahora ya sabemos que:

• Un átomo es muy, pero que muy, pequeño.
• No es lo más pequeño pues aún puede descomponerse más, pero no a través de reacciones químicas.