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16/2/15

La degeneración del gen

Soy un convencido de las teorías de la evolución de los seres a través de la adaptación al medio y de la mera supervivencia. Para nada del "creacionismo" o tendencias similares.

Es decir, creo en que el código genético sufre variaciones aleatorias provocadas por factores externos que dan lugar a mutaciones, de las que unas resultan ser convenientes y otras, sin más, un simple motivo de no adaptación al medio por mucho que cueste aceptarlo (sobre todo en nuestros congéneres).


Estas variaciones, que hasta pueden ser positivas y evaluadas como una mejora de supervivencia, pueden ser contrarrestadas por otras evoluciones paralelas en otras especies lo que nos convierte (a los seres en general) en vulnerables a pesar de evolucionar.

Podríamos decir que toda la vida se encuentra en una especie de carrera evolutiva donde la suma de factores proclama a un vencedor en cada instante para, al instante siguiente, proclamar a uno mejor que el anterior y así sucesivamente. Y lo curioso del caso es que no conocemos qué meta persigue tal sistema. Seguramente si el bombo del azar hubiera tenido la más minima variación en su movimiento en los millones de años de volución acontecidos, ya no estaríamos aquí, nada sería igual, o quizá la fórmula combinatoria de la vida sea tal que su resultado sea similar cualquiera que sea  su combinación añadiendo más o menos tiempo al proceso.

Pensando sobre este asunto cierto día llegué a una confrontación de ideas que concluyeron en un curioso pensamiento al que denominé "la degeneración del gen". Y digo "confrontación" porque, como ser humano, acepto con mayor facilidad unas ideas que otras que me causan cierto desasosiego afectivo.

Está claro que el ser humano ha evolucionado hasta el momento actual de inteligencia dotándose de cierta ventaja cognitiva respecto al resto de seres. Eso no quiere decir que los demás seres estén en desventaja, ya que también son el producto de muchos millones de años de evolución en los que han logrado una adaptación altamente especializada al medio que habitan. Es más, los humanos no tenemos la mejor vista, ni el mejor olfato, ni la mayor fuerza, ni el mejor pelaje... pero sí tenemos eso que nos catapulta en la carrera evolutiva por delante del resto de especies y que es, sin más, nuestra inteligencia

Gracias a ella hemos logrado multiplicar la fuerza, multiplicar la vista, multiplicar el oido,... multiplicar todo. Es más, hemos llegado a un punto en el que incluso somos capaces de corregir los errores producidos por la máquina del azar genético. Hoy por hoy somos capaces de esquivar enfermedades que de otra manera hubieran sido mortales por necesidad. Enfermedades que muchas veces permanecen arraigadas en nuestra huella genética personal y que transferimos a nuestros descendientes.

Sin embargo, esta capacidad multiplicadora de potenciales quizá se esté volviendo en nuestra contra como especie y nos esté convirtiendo cada vez en más frágiles. El mero hecho de sobrevivir a los dictámenes de la Naturaleza, que sabiamente es capaz de corregir sus errores finalizando de manera natural determinadas evoluciones genéticas que de otra manera estaban condenadas a desaparecer en pos de una mejora adaptación al medio, nos convierte poco a poco en frágiles seres. Nuestra genética puede estar sufriendo un deterioro continuo en el que los errores de codificación que provocan grandes desventajas ahora se conservan en mayor medida que antes. Convivimos con ellos.

Hasta ahora, cuando un ser sufría determinada afección congénita que irremediablemente le llevaba a la muerte la Naturaleza avanzaba un nuevo paso al evitar su propagación (la de la enfermedad). Hoy por hoy, la evolución de nuestra inteligencia nos sitúa en un momento en el que comenzamos a poner en jaque a este sistema renovador ya que somos capaces de permanecer aún estando condicionados a desaparecer. Y no sólo eso sino que, con ello, asumimos el riesgo como especie de propagar la transferencia del error genético y, por tanto, de multiplicarlo.

No es razón de que unas personas merezcan o no merezcan continuar en el hilo de la vida, es un simple hecho de adaptación en el que podremos subsistir sólo en el supuesto de que la Ciencia continúe su avance y de que exista una verdadera garantía de Sociedad en la que todos nos cuidemos y conservemos.

En este sentido podemos considerar la inteligencia como una adaptación más al medio pero que tiene el peligro de estar combinada a una característica que por defecto nos grabó a fuego la Naturaleza y que uno de los pilares de la supervivencia: el egoismo. Tener más es tener mayor garantía de sobrevivir. Siendo así cabe la posibilidad de que si la inteligencia potencia en exceso el egoismo natural, éste sea capaz de acabar con el sentido social y, por tanto, nos recoloque en el mismo rasero del resto de especies pero con el gen degenerado.

Parece claro que la Naturaleza está dotada de mecanismos para reciclarnos en favor de otras especies y que algunos de estos mecanismos van más allá de nuestra propia inteligencia.

Cuidémonos.

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