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11/2/15

Champú... ¡vaya mundo!

Los hay de todo
El mundo inmenso del champú… ¡qué laberinto!... y qué manera de vapulear a la gente (a todos). Te lo voy a decir de forma sencilla: cuando termines de leer este artículo creo que te lo vas a pensar a la hora de comprar los champús.

Vamos por partes, ¿lavan el pelo? Pues sí, claro, son detergentes. Ya, ya, pero además ¿hidratan, rejuvenecen, reconstituyen, abrillantan y me ponen mona monísima? "Pues no. Mira, ya lo siento, pero no.". Al menos no del todo y, desde luego, muchos de sus compuestos son “delicados” para la piel.

Deja que te explique todo este embrollo y para ello lo mejor antes de nada es saber qué es el pelo.

El pelo

El pelo visible (una parte está dentro del cuero cabelludo) es como un hilo de células muertas y queratinizadas (en realidad son fibras de queratina rica en azufre producidas por las células que se encuentran en los folículos de los cabellos). Este pelo está recubierto por un sebo o grasa natural segregado por el folículo del que nace y cuya misión es proteger de agentes externos al propio pelo, pero tiene el “pero” de retener la suciedad.

El champú

La principal misión de un champú es eliminar el sebo sobrante (y así de paso la suciedad adherida) mediante el uso de unas sustancias “surfactantes” (un poco más adelante lo definiremos). El primer problema que nos encontramos es que hay champús que se pasan eliminando dicho sebo natural con lo que éste queda desprotegido y acabamos contribuyendo a la caída por rotura de las fibras y a otros efectos no deseados.
¿Quimica excesiva?

Casi todos los champús tienen entre sus componentes el “sodium laureth sulfate” (conocido como SLS ó lauril sulfato de sodio) que es un productor de espuma incluso a bajas temperaturas. Con él se logra una sensación de mayor lavado porque asociamos las burbujas a un mayor efecto, pero nada más (algo de burbuja contribuye a mejorar un buen reparto, pero un exceso no aporta nada). Esta sustancia es capaz de penetrar en la piel causando irritación e incluso también capaz de ser factor de fomento de la caspa (el tema es curioso porque si abusas de champús anticaspa lo que puede suceder es que irrites tu cuero cabelludo por ello no sólo no la evites sino que la fomentes). El SLS se suele combinar también con otras sustancias, como la sal común, para espesar los productos.

Para paliar la sensación irritante del SLS, los fabricantes añaden “cocamidopropil betaína” que tiene propiedades calmantes (aunque de rebote puede producir irritación de los ojos y casos de alergias).
Además de estos dos, en las etiquetas podrás comprobar que se añaden muchísimos más compuestos tensioactivos (también llamados surfactantes) que permiten conseguir efectos emulsionantes (permiten disolver aceites en agua), humectantes (capaces de retener humedad para combatir factores dañinos del medio ambiente, y que no debe confundirse con “hidratantes” ya que éstos consiguen regular el agua de las células), detergentes (sustancias que disuelven las grasas o materia orgánica, entre los que podemos encontrar al jabón común) o solubilizantes (que permiten disolver sustancias en agua que por sí solas no se disolverían). También hay otros que actúan como conservantes (alcoholes), aromatizantes… y algunas sales.

Pero ¿qué me echo a la cabeza?
¿Te vas haciendo una idea de lo que te pones en la cabeza? Pues continuemos…

Entre los componentes más comunes que nos encontramos tenemos los siguientes (ahora coge el champú de tu baño y busca) además de los comentados anteriormente (¡puede que te encuentres todos y más juntos en la misma etiqueta!):
  • Sodium chloride (cloruro de sodio): comúnmente conocido como “sal” (sí, la sal de mesa) tiene uso como conservante por su poder antiséptico ya que es capaz de deshidratar a un amplio espectro de virus y bacterias.
  • Amonium chloride (cloruro de amonio): usado como regulador del PH (aumenta la acidez), con otros ácidos genera amoníaco y también es capaz de atacar metales como el cobre. Los efectos secundarios van desde cefalea, confusión, letargo, hiperventilación, bradicardia, irritación gástrica, vómitos, sed, diarrea, anorexia, glucosuria, hipocalemia, tetania e hiponatremia.
  • Methylisothiazolinona: es un conservante empleado en productos industriales (cosméticos, productos de limpieza, papel, pintura, pegamentos, etc.). Provoca sensibilización en la piel y origina enfermedades dermatológicas de tipo alérgico, como eczema por contacto.
  • Niacinamide (ó vitamina B3): reduce el exceso de grasa de la piel.
  • Cocamide: se utilizan para crear una textura cremosa y a la vez espumante, y sobre esta sustancia existen recomendaciones de retirada del mercado.
  • Saccharum officinarum: es la “caña de azúcar”, y su extracto es rico en ácido glicólico, que se emplea como sustancia anti edad y para disminuir el acné. Por su naturaleza es un irritante.
  • Sodium benzoate (benzoato sódico): es un conservante contra levaduras, bacterias y hongos.
  • Sodium hidroxide (hidróxido de sodio): también conocido como “sosa caústica”, es empleado para neutralizar la acidez y debe ser empleado en cantidades ínfimas ya que es una sustancia muy corrosiva (desatasca tuberías).
  • PPG-5-ceteth-20: Apenas hay información sobre este compuesto. Tiene propiedades secantes y lubricantes, da sensación sedosa.
  • Policuaternium (hay muchas variantes): Tiene propiedades que reducen la electricidad estática (por naturaleza esta sustancia tiene carga eléctrica positiva lo que contrarresta la carga estática de los champús).
  • Selenium sulfide (sulfuro de selenio): fungicida, antiseborréico (es un tratamiento para la dermatitis seborréica) y anticaspa. Es un irritante para los ojos que no debería ponerse en contacto con niños menores de dos años.
  • Salycilic acid (ácido salicílico): se usa como agente anti caspa. Su uso directo puede causar hiperpigmentación en  personas con piel más oscura. Tiene propiedades exfoliantes (suele cristalizar en forma de agujas) por lo que se usa como tratamiento para la psoriásis.
  • Dimethycone (dimeticona): es la silicona más usada en cosmética (puede suponer hasta el 15% del total del producto). Es usada como acondicionador ya que forma una película sobre el pelo actuando como humectante y lubricante (aparece en muchos tratamientos anti piojos puesto que los asfixia). Plantea el problema de que tapa los poros del cuero cabelludo y, en algunos casos, provoca alguna reacción alérgica (esporádicamente). Enmascara el verdadero estado del pelo (por eso es un acondicionador).
  • Dmdm hydantoin: es un conservante ya que tiene la capacidad de transformar el ambiente en el que se aplica en poco favorable para los microorganismos. Incrementa el riesgo de dermatitis en personas alérgicas a los formaldehidos (nuevamente, conservantes y desinfectantes).
  • Coumarin (coumarina): Es un antiséptico que tiene un aroma dulce que recuerda al heno recién cortado por ello es una base de perfume (se ha restringido su uso debido a que algunas personas parecen ser sensibles a ella aunque no hay demostración).
  • Extracto de camelia: rico en ácidos oleicos conocido por sus propiedades hidratantes y suavizantes para el cabello.
  • Keratine (queratina): Es el componente básico del pelo, por lo que sí es beneficioso. No consigue alisarlo, pero sí lo repara. El alisado lo consiguen otros productos formaldehidos de los entre los que hemos mencionado que pueden provocar alergias en algunas personas.
  • Benzyl alcohol (alcohol benzílico): Se utiliza como aromatizante, pero no se recomienda puesto que insensibiliza la piel.
  • Linalool: Es otro alcohol perfumador que debería ser evitado por personas con alergia al mismo.
  • Pyrus malus (conocido como “manzano”…): El extracto de manzana tiene efectos antioxidantes, exfoliantes y antisépticos. También contiene vitamina C.
  • Carbomer (conocido como carbopol): Se usa para crear geles ya que tiene la propiedad de mantener permanentemente en suspensión al resto de ingredientes solubles.
  • Pyridoxine (conocida como piridoxina o vitamina B6): alivia la caída del cabello puesto que contribuye a mejorar la circulación sanguínea y con ello ayuda a las células que lo producen.
  • Methyl cocoate: es un derivado del aceite de coco que se utiliza para que el producto facilitar la extensión y reparto del producto.
  • Citrus grandis (conocido como “pomelo”…): su extracto actúa contra hongos y bacterias, y contra piojos.
  • Hexyl cinnamal y Amyl Cinnamal: son bases para perfume que precisan de otros compuestos para poder disolverse a sí mismos.
  • ETC.
Todo vale...
Pero, a ver, respira y relájate. Existe una legislación que regula las composiciones químicas de uso tópico de tal manera que, al final, no te dañen (ojo, con un uso moderado). Así que, aunque ciertamente muchso de esos compuestos no son beneficiosos, tampoco te van a destrozar la cabeza. Lo importante es que tampoco te van a beneficiar de manera clara y muchos de ellos sólo tratan de componer un producto atractivo (que no es lo mismo que eficiente o mejor).

Por otro lado esta legislación aplica a todos los cosméticos, es decir, a los caros y a los baratos (vamos que si usamos un champú barato tampoco nos va a hacer daño).

Lo realmente importante es olvidarse de las marcas en general y usar champús que declaren su nivel de PH (no todos lo hacen), atendiendo a que éste se encuentre entre 4,5 y 5,5. Y prescindir del resto de factores por los motivos que ya hemos revisado. Es decir, cuanta menos química innecesaria, mejor.

Por otro lado, el pelo “no son células” y menos aún vivas. Es un producto de las células que están dentro de los folículos en el cuero cabelludo. Por ello, las vitaminas que vayan en los champús tienen un efecto muy limitado (a penas penetran la piel) y, en realidad, el verdadero efecto de las vitaminas (que sí son muy beneficiosas para el cabello) se consigue por ingesta. Es decir, come bien (mucha fruta) y da un poco de tiempo a ver los efectos. ¡Bebe agua de manera regular siempre!

No descartes lo económico
Si quieres mejoras aquí van unos consejos (y quizá con ello te replantees comprar champús carísimos):
  • Prueba varios champús hasta que des con el que mejor se corresponda con tu pelo. Cada persona tiene el cuero cabelludo diferente y los champús no actúan igual con unas que con otras. Y en esta prueba incluye los baratos (revisa su etiqueta), ya que muchos champús económicos e incluso de marca blanca contienen los productos básicos para el lavado y acondicionado.
  • Alimentarse bien es fundamental, sobre todo en cuanto a vitaminas, ya que el pelo se genera en el folículo interno de la piel y la alimentación es crítica para que generar el nivel óptimo de queratina. Por tanto, una buena alimentación es necesaria para tener un pelo de calidad y que mantenga sus propiedades y lustre.
  • Revisa el PH, siempre ha de estar entre 4,5 y 5,5.
  • Aclarándote con agua fría el cabello queda más brillante ya que el efecto frío alisa la queratina del pelo, lo que hace que refleje más luz y, por tanto, parezca más brillante.
  • El agua fría, o al menos no a mayor temperatura que la corporal, también contribuye a un efecto constrictor de las glándulas sebáceas del cuero cabelludo, con lo cual tardará más en engrasarse. El problema del agua caliente es que abre esas glándulas más de lo que tu calor corporal lo haría, de manera que empeoras la situación si es que tu cuero cabelludo tiende a ser graso.
  • La queratina sí ayuda (seguramente la encontrarás bajo la denominación "kerathine"), pero puede que ni la necesites (si es que tu pelo no está quebrado). Aún así no dejes de probar algún champú que la contenga.
  • Alterna diferentes champús, ya que el uso continuado del mismo puede provocar deficiencias concretas (al rotar su uso, también rotamos los defectos sin que lleguen a agravarse).
Ten claras las siguientes cuestiones sobre los añadidos “exóticos”:
  • Vitaminas en general y antioxidantes: No solucionan los problemas, el verdadero efecto se logra con el aporte vitamínico de la comida (¡una buena y variada dieta!).
  • Extractos botánicos: sólo perfuman.
  • Protección a los rayos UVA: es tan fina la película que se impregna que apenas surte efecto.

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